Alan Penny. |
Uno de los eventos más importantes para la humanidad será la detección de vida inteligente en otros lugares del universo. Este tipo de "contacto" está destinado a tener un profundo impacto en la cultura, la sociedad y la tecnología.
La cuestión de cómo manejar este tipo de evento ha sido ampliamente discutido. En efecto, la comunidad internacional acordó un "Protocolo de detección" en 1990, que establece los pasos que un grupo de investigación debe tomar en caso de un contacto.
Hoy en día, Alan Penny en la Universidad de St Andrews en Escocia, narra la historia de un incidente de la vida real en el que se consideró la posibilidad de contacto con una civilización inteligente en serio. Penny reúne varios recuerdos de primera mano del evento para mostrar cómo los investigadores manejaron la posibilidad.
El caso en cuestión es el descubrimiento en 1967 de los pulsares, que ahora sabemos que giran en torno a las estrellas de neutrones produciendo pulsos regulares de radio. El equipo que realizó el descubrimiento fue dirigido por Anthony Hewish, quien más tarde ganó un premio Nobel por el trabajo, y el famosamente incluido Jocelyn Bell Burnell, que no ganó el premio.
En ese momento, en el amanecer de la astronomía de radio, el descubrimiento de una fuente de pulsos regulares en el espacio fue una gran sorpresa. "Nos enfrentamos a la posibilidad de que las señales eran, de hecho, generadas en un planeta orbitando una estrella distante, y que tales eran artificiales", explico Hewish más tarde.
La línea de tiempo tras el descubrimiento se extiende por 6 meses o menos. En agosto de 1967, Bell notó un patrón de señales regulares en el tiempo sideral cada día. Casi de inmediato, el equipo consideró la posibilidad de que las señales fueron generados por pequeños hombres verdes o LGM como ellos lo llaman.
En diciembre, el equipo confirmó el descubrimiento utilizando un telescopio y Bell identifico la posición exacta de la fuente en el cielo.
Poco después, se encontró con una segunda fuente de señales y para mediados de enero, una tercer y cuarta fuente. En ese momento, el equipo descartó la posibilidad de que una fuente artificial podría ser responsable y se explico finalmente que una estrella de neutrones era la responsable.
En febrero, el artículo que anuncia el descubrimiento fue aceptado y publicado en la revista Nature a raíz de una convocatoria pública el 24 de febrero de 1968.
Penny dice que lo interesante de este proceso es que durante el proceso de descubrimiento, el equipo examinó las consecuencias si la señal llegaba a ser una fuente artificial, la forma de verificar esta conclusión y cómo dar cuenta de ello. También discutieron si este descubrimiento podría ser peligroso.
Este proceso sigue de cerca el Protocolo de Detección acordado por la comunidad internacional en 1990.
Hay un corolario interesante de esto. El equipo también examinó la posibilidad de que si se tratara de una fuente artificial, alguien tenía que responder.
Penny señala que la comunidad internacional todavía tiene que ponerse de acuerdo sobre un protocolo de respuesta debido a que hay opiniones muy divergentes sobre si tal curso de acción sería beneficioso o peligroso para la humanidad.
Esta es una situación que debe ser corregida. "El episodio de 1967 indica lo difícil que sería para construir una política en la atmósfera febril de un 'Contacto'", reitera Penny.
Con las búsquedas SETI centrada ahora en exoplanetas habitables alrededor de otras estrellas, parece prudente llegar a un acuerdo lo antes posible.
Refererencia:
- "The True Story of a 1967 “Contact” Incident", The Physics arXiv Blog.
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