En lo profundo de una cueva sumergida en Yucatán, investigadores descubrieron un esqueleto humano casi completo con un cráneo intacto y ADN conservado con una antiguedad de 13,000 años. La llaman Naia, una de las ninfas del agua en la mitología griega y puede ayudar a resolver el debate debate: ¿Quiénes fueron los primeros americanos?

El buzo Susan Bird cepilla el cráneo humano descubierto en la parte inferior de Hoyo Negro, una gran cueva bajo el agua en forma de cúpula en la Península de Yucatán. Créditos: Paul Nicklen.

Comprender de dónde provinieron los primeros humanos americanos es un reto que se trata de descifrar. Las diferencias en la forma de cráneo y rasgos faciales entre antiguos esqueletos paleoamericanos y modernos nativos americanos sugieren origenes independientes para cada uno, pese a que la evidencia genética. Considerando el ADN, los nativos americanos modernos descienden de los primeros americanos, o los siberianos que se trasladaron a través de Beringia (un puente de tierra que una vez unio Asia y América del Norte) hace 26,000 y 18,000 años y luego se extendió hacia el sur.

Incluso con los datos genéticos, los ancestros de los primeros americanos se sigue debatiendo Los nativos americanos modernos se parecen mucho a personas de China, Corea y Japón, considerando sus cráneos redondos y rostros planos. Pero los esqueletos más antiguos de América no. Los primeros cráneos son más largos, más estrechos y parecían pertenecer a los seres humanos que vinieron desde Australia, Europa o el sudeste Asiático. Ahora, este nuevo fósil descubierto aporta un vínculo directo entre los primeros habitantes y los modernos nativos americanos.

Naia se encontró junto a 26 mamíferos extintos (incluyendo dientes de tigre dientes sable, perezosos terrestres gigantes, mastodontes), quienes también cayeron por la sima acuosa y quedaron atrapados en el sistema de cuevas Sac, al este de la Península de Yucatán en México. Naia sufrió una fractura de pelvis. Donde fue descubierta, la llamada cueva, Hoyo Negro, se encuentra a 40 metros de profundidad, la cual tiene una forma de campana llena de agua con un tamaño próximo un estadio de baloncesto profesional. Estas cuevas de piedra caliza se llenaron de agua hace unos 10,000 años, cuando los glaciares de todo el mundo comenzaron a fundirse.

El esqueleto desscubierto pertenece a una hembra humana de unos 15 o 16 años, con un metro y medio de altura. Usando datación por radiocarbono empelando el esmalte de los dientes y análisis de uranio de los yacimientos minerales de calcita en forma de rosa en sus huesos, se determinó su antiguedad entre 13,000 y 12,000 años, a finales del Pleistoceno, al final de la edad de hielo. Tenía diversas cavidades, indicando cómo su dieta estaba basada ​​en frutas o miel y su delicado tamaño sugiere que comía poca proteínas.

Naia posee la morfología craneofacial única de los fósiles Paleoamericano: un rostro angular con una frente pronunciada. Pero cuando los investigadores extrajeron material genético de sus molares y analizaron su ADN mitocondrial (proveniente del linaje materno), se encontraron con un marcador genético llamado "ADNmt haplogrupo D1" común en los nativos americanos modernos. Esta firma genética se produce sólo en las Américas y probablemente se desarrolló en Beringia .

Resulta que entonces, Naia es una combinación única: tiene características craneofaciales paleoamericanas con ADN mitocondrial derivadas de Beringia. Los resultados sugieren que es un pariente americano temprano de las modernas nativos americanos y sus diferencias en la forma craneofacial probablemente resultaron de cambios que ocurrieron después que Beringia se separara de sus antepasados ​​siberianos.

Por lo tanto, no parece que América fue colonizada a través de eventos de migración independientes de diferentes partes del Viejo Mundo;  los primeros americanos representan una expansión de la población a principios de Beringia. Estos hallazgos sugieren que paleoamericanos y nativos americanos contemporáneos proceden una única fuente de población en la cual sus diferencias morfológicas evolucionaron en un sólo lugar.

Hasta hora el reto era encoentrar un fósil de adulto, lo suficientemente completo para hacer trabajo de morfología, con suficiente ADN mitocondrial y con material suficiente para realizar una datación. Naia, el esqueleto humano más completo encontrado, reúne tales requisitos.

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